martes, 4 de marzo de 2008

NADIE ME QUIERE ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

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Nadie me quiere

A un hombre que se considera a sí mismo indeseable, le resulta “sospechosa”, cualquier mujer que le demuestre interés: “ No nos engañemos dice, si una mujer se fija en mí, algo malo debe tener…O al menos no creo que sea muy inteligente”.

El colmo del poco amor propio ; las personas que se perciben como inherentemente defectuosas y poco valiosas evitan estar con otros porque temen decepcionar al interlocutor. Les preocupa ser descubiertas: “ Si alguien se aproxima a mí, vera que no soy valioso y me rechazará, por lo tanto, es más seguro mantenerme alejado de la gente”. Para ellos, la mejor estrategia de supervivencia afectiva es evitar: escapar a lo que dé lugar. Desaparecer y no dejarse ver.

Avergonzarse de uno mismo es la forma más triste y humillante de autodesprecio. Es imposible dar o recibir afecto si ponemos en duda la propia valía personal. ¿Qué intercambio afectivo puedo ofrecer si pienso que soy un fraude? Además, irremediablemente, debo soportarme todo el tiempo y convivir conmigo, me guste o no. ¡No puedo escapar de mi mismo!.

Las personas que se perciben como poco amados ven su problema como irreversible, como un mal genético irreparable. No hay cirugía, píldoras , ni antibióticos que arreglen el espantoso y horrible mundo interior del que irremediablemente forma parte. Eso sí, pueden usar máscaras, esconderse y tratar de pasar inadvertidos.

Las personas que sustentan el estilo evitativo, piensan que el amor les es vedado porque no son merecedoras. Cuando alguien se muestra atraído por ellas, sienten pánico e intentan alejar al invasor amoroso. Pueden mostrarse agresivas, pedantes o frías, cualquier cosa, con tal de echar el pretendiente o al aspirante. Piensan que interiormente son repulsivas y desagradables, entonces dicen: “ Es mejor que no me conozcan” .

Cuando logran conseguir pareja, se produce un efecto tranquilizador. La mampara del matrimonio elimina la obligación de tener que competir en el mercado afectivo y por lo tanto no tendrán que darse a conocer. De este modo, las relaciones estables pueden servir de escudo y no como factor de crecimiento afectivo. Muchos de estas personas aceptan el desamor como algo que les pertenece por naturaleza y excluyen el autorrefuerzo de su vida. La generalización fundamental autodestructiva queda establecida en: “ No me interesan los que se interesan en mí”. Una predestinación negativa interpersonal sin escape. Cuanto más me amen, más me alejo. O peor: a más rechazo, más atracción. La máxima expresión del desencanto y la desesperanza.

La costumbre de evitar a la gente para no ser evaluado negativamente termina por crear una muy baja tolerancia a la incomodidad cada vez mayor. Debilidad al dolor. Con el tiempo. La mente va configurando un nuevo paradigma. “ No soporto sufrir” o “ Prefiero evitar los problemas a enfrenarlos” una especie de flaqueza indiscriminada va apoderándose de cada acto, “De tanto esconderme me pierdo a mí mismo. De tanto usar máscaras, me olvido cómo era. Si soy tan poco amado, mejor desaparezco del mapa, y si nada puedo hacer para cambiar las condiciones afectivas de mi vida, me recuesto en la resignación”.

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Nadie merece sufrir así. Nadie es tan repulsivo. Ya no se esconda, simplemente muéstrese como es. Lo que para alguien es interesante, para otros no lo es. Siempre hay otra manera de ver las cosas; Es así como Dios le ve, como su hijo amado, como un valiente, Él es el que después de crear al hombre a su imagen y semejanza vio lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera.

Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis , ni tengáis miedo.. Dios esta con usted es su hacedor, lo creó con valores hermosos, no lo dejará, ni lo desamparará; no tema ni se INTIMIDE; No se niegue a sus valores y cualidades , el hombre ve la apariencia , Dios ve su corazón. Dice su palabra: No temas, porque yo te redimí, dice Dios; te puse nombre , mío eres tú…

PORQUE A MIS OJOS ERES DE GRAN ESTIMA,
HONORABLE, Y YO TE AMO; DARE TODO POR TI,
Y POR TU VIDA. YO ESTOY CONTIGO.
(Isaías 43: 4)

por Henry Leguizamo



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