Dar es vivir, negarse a dar es negarse a vivir. Como un árbol de uva que hay en un jardín, que si no da fruto perece, si no damos morimos. Pero el dar debe ser incondicional. Por ello debemos dar sin medida y sin pensar si se va a recibir o si acaso va a quedarse sin nada, pues eso seria dudar de la misericordia de Dios. Un ejemplo son los campesinos, que son más dispuestos a compartir con los demás su alimento, sin calcular cómo lo hace el ser citadino. “Al parecer el campesino, como tiene un vinculo tan estrecho con la tierra, da de la misma forma que ésta y la naturaleza le dan a él el alimento; comparte con alegría y con amor, porque es testigo de ese milagro de echar la semilla y depender de la misericordia divina para que dé fruto. Su lógica es: si Dios le da de comer a él, ¿Cómo él no le va a dar a su hermano? En cambio, en la cultura urbana, se vive con una insatisfacción constante, es una sociedad de mercantilismo y de mucha explotación de la conciencia de las personas; todo está relacionado con satisfacer solo sus necesidades.
Aprender a compartir es la oportunidad que Dios nos da de trascender nuestra condición egoísta y envidiosa con que vivimos muchas veces. “Estamos entrenados para recibir, pero muy poco para dar” ya nadie da ni el puesto en el autobús- y para saber dar hay que saber recibir y para saber recibir hay que saber dar. No debemos conformarnos con no hacer el mal, sino esforzarnos por hacer el bien. Dar y recibir es una ley espiritual según la cual recibimos lo que damos y, multiplicado. Es como una cosecha de lo que sembramos. Pero es importante saber que debemos dar en amor, no desde el ego. La diferencia es que éste último siempre cree que perdió, mientras que el primero da con alegría o por gratitud y nunca espera ganar, perder ni recibir: da en forma incondicional, nunca siente que perdió y siempre recibe.
Ahora no debemos asociar el dar sólo con dinero o con regalos materiales, sino ofrecerlo en apoyo, compañía, solidaridad y pensar en una vista a un ancianato o a un familiar que está en un hospital, ayudar a organizar una fiestita para unos niños o algo donde demos lo mas importante: amor, pues lo ideal seria dar el 100% de ti mismo, de tu amor, de tu tiempo, de tu espacio, en solidaridad y amor. Las personas que se sienten solas, que se quejan de que nadie las abraza, ni las llama ni las tiene en cuenta, deben preguntarse cuántos abrazos dan, cuántas llamadas hacen, cuán detallistas son ellas con los demás.
Nadie se puede escudar en la carencia para dar. No busquemos excusas como la de la crisis económica. Todos tenemos algo qué ofrecer, no hay quien carezca de algo qué brindar a los demás. Es muy sencillo, si uno quiere ser amado, basta amar; si quiere recibir, basta dar. Si damos perdón, recibimos perdón, “Es una especie de toma y dame que rige para ambas partes, y parte de un click personal en el cual el ser no espera que el mundo cambie para cambiar él, sino que decide cambiar él si quiere que el mundo cambie”. Cuantas veces deseamos expresar palabras amables y nos las guardamos. Debemos ser más generosos con el amor, el agradecimiento y el reconocimiento, para que el mundo se mueva, se armonice con esa forma de dar. Otra forma relacionada con la ley del dar y el recibir es la de no robar ni herir a nadie. “Aunque no lo creamos, cada día hacemos pequeños robos como quitar el puesto a otro en una fila, no darle el crédito a un compañero de labores para ganarnos sus méritos. Debemos hacernos una autoinspección para corregir esas actitudes”.
La vida es como un “banco de la abundancia”, en el cual hay que consignar según lo que queramos. “Así como consignamos dinero si queremos más dinero, debemos consignar buen trato, respeto y servicio, si eso deseamos”. No esta por demás tener en cuenta que debe haber equilibrio al “dar mucho”, esto en cuanto a las relaciones con los demás. “Dar demasiado puede interpretarse como una manera compulsiva de hallar afecto, de dar muchas cosas para que nos acepten, en la que debo-adornarme-de regalos para lograr el afecto del otro. En otras palabras, ‘no soy lo suficientemente valioso/a, por lo tanto tengo que dar en exceso”. Y si la persona tiene incapacidad para dar (regalar, entregarse, darse), está paralizada emocionalmente, sería como un autista que se le hace difícil relacionarse con los demás. Hay en ambas actitudes problema de autoestima, igual si la incapacidad es para recibir. “Equivale a decir, no merezco reconocimiento ni aprobación, prácticamente no existo, mi identidad está perdida” Lo ideal es buscar un equilibrio entre el dar y el recibir y estar interconectados para ello. Una pregunta sería ¿Qué estoy dispuesto a dar hoy?
Hay quien todo el día codicia;
Pero el justo da, y no detiene su mano.
(Proverbios 21:26)
1 comentario:
Querido amigo
Dar es un don... tienes que conocer a Dios... acercarte mucho a él y empezar a ver en los otros... con los ojos de Dios su necesidad... y asi se va dando...
gracias por llenarnos de sabiduría,
Lore
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