lunes, 4 de agosto de 2008

CON SINCERIDAD !!!!

Solo se puede llenar lo que está vacío y aunque la frase resulte manida en esta época, necesariamente hay que empezar por limpiar. Y limpiar significa deshacerse de todo lo que sobra y estorba. En los tiempos de recesión en que vivimos no será tanto lo material lo que hay para eliminar, sino más bien lo que se desea adquirir. Pero hasta eso se necesita claridad y, necesariamente se debe despejar la mente y el espíritu. ¿Por donde empezar? Hay muchas maneras de comenzar a deshacerse de lo que estorba, una sería “hacer borrón y cuenta nueva”. Lo cual se traduce en perdonar.

Perdonarnos a nosotros mismos y a quienes creemos que nos han ofendido, porque la ofensa existe en la medida que la aceptamos o les otorgamos el poder a otros para “ofendernos”. O sea, darles la importancia como para que nos hagan “sentir ofendidos”.

Por supuesto, una cosa es decirlo y otra es lograrlo. “Y es que no se trata de justificar comportamientos negativos o improcedentes, sean propios o ajenos; perdonar no es hacer como que todo va bien cuando sientes que no es así”.

Pero en cambio sí es “el motivo más obvio para liberarnos de los efectos de la rabia y el rencor crónicos”. Sin embargo, el perdón o el no perdón tiene muchas aristas… ¿Hasta qué punto perdona y olvida de corazón una persona que ha sido victima de agravios tan fuertes que han terminado trastornando toda su vida? La culpa y la autocensura son algunas de las razones por las cuales se puede dudar de los efectos del perdón, cuando éste no es el resultado de un proceso bien cimentado.

Uno no debe sentirse mal por no poder sobreponerse a una pena o poner la otra mejilla. Se cree que el perdón nos hace mejores personas. Pero a veces lo que nos hace bien es ser honestos con nuestros verdaderos sentimientos, y si en nuestros principios esta el vivir bajo los estatutos divinos, el perdonar es el regalo que Dios nos da por su amor, y nos enseña sus grandes beneficios. Lastimosamente muchas personas, a pesar de las buenas intenciones y de sus oponentes y sinceros esfuerzos por perdonar, continúan guardando muchos resentimientos.

Nadie niega que el resentimiento y la represión sean dañinos para cualquier persona. Pero es posible deshacerse del dolor sin perdonar. La meta es sentirse mejor y más empoderado(a). Algunas veces, dejar de pensar en el asunto y olvidarse de perdonar para no darle mas vueltas, es la única manera de ponerse en paz consigo mismo(a).Es como algunas personas lo piensan, pero obviamente se esta caminado en un perdón falso.


Buscar la aceptación, excusarse y actuar como si tal, cuando realmente no se siente así, no ayuda a alcanzar las recompensas físicas y mentales del verdadero perdón. Cuando éste se percibe como una obligación y no como algo que se asume con corazón humilde y con verdadera libertad, perdonar puede hacernos sentir peor e incrementar ese sentimiento que nos hace asumirnos como victimas. Admitir que estamos heridos y que nos sentimos traicionados es parte muy importante del proceso de sanación y liberación verdadera. Obviamente, para lograr ese proceso, hay que romper ataduras. De otra manera, es imposible superar círculos viciosos.


Algunas veces, las pequeñas deslealtades o traiciones resultan “imperdonables”: los suegros criticando su decisión de no tener hijos; los padres objetando las amistades cuando éramos niños… En estos casos no importa tanto el hecho como de quien proviene. Muchas de las transgresiones más dolorosas vienen de personas muy allegadas, esposo(a), parientes amigos, así se supere el impacto y se trate de personas que nos siguen gustando. El problema es que la confianza se pierde y el nivel de intimidad se afecta. La mayoría de las veces no se puede volver atrás y pretender que nada cambio.

¿Como se puede evitar que el resentimiento, la ira y el temor nos consuman? Se hace necesario empezar por revisar muy objetivamente los hechos y aclarar los sentimientos. ¿Se trata de vergüenza, disgusto, represión? Con respeto a la “ofensa” ¿fue intencional o accidental? ¿En qué estado se encontraba la persona que le ofendió? Igualmente, hay que considerar los antecedentes de la persona que le propinó la ofensa. ¿Se trata de alguien celoso, inmaduro, inseguro(a)? debemos procurar ponernos en los zapatos de ellos. Pero no se empeñe en explicarlo. Es probable que nunca entienda por qué su pareja lo engaño o por qué sus padres le critican cada pasó que da. Lo que sí puede es empezar a ver a la persona que le ofendió con las mismas debilidades y defectos de cualquier otro ser humano.

Luego de este proceso de reflexión que puede tomar un buen tiempo, se puede lograr un perdón sincero. O por el contrario, se puede decidir negar ese perdón porque se “siente” que la otra persona puede herirle de nuevo.

Una pregunta en la podemos reflexionar es: ¿Se ha preguntado alguna vez si vale la pena amargarse la vida y mortificarse por causa de otra persona? ¿Se le ha ocurrido pensar que Usted como ser humano único e irrepetible no debería poner a nadie por encima de sí como para dejarse afectar por él o por ella? ¿Por su orgullo generalmente dudoso en cualquier persona, se justifica llevar una carga que de pronto le está impidiendo fluir y vivir plenamente? Y como hay que empezar por uno mismo, ¿Hasta qué punto se está haciendo daño o está haciendo daño a otros por no perdonarse a sí mismo(a)? Y esta cargando con tanto lastre.



Y cuando estéis orando,
perdonad, si tenéis algo contra alguno,
para que también
vuestro Padre que está en los cielos
os perdone a vosotros vuestras ofensas.
(San Marcos 11:25).

por Henry Leguizamo


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias a esta reflexion, encontre la manera de intentar comenzar en mi vida un proceso para perdonar,porque me sentia herida y engañada por la traicion de mi esposo

Equipo de Restauración de lo Alto dijo...

Cuanto me alegra tu comentario, pero sobretodo tu iniciativa de caminar en este proceso, que no es otra cosa que esa hermosa sanidad de tu corazòn. Felicitaciones
Deseo que la Bendicion, los logros y metas abunden para tì.