De allí la proliferación de maestros, adivinos, videntes, sectas y demás expertos en conseguir la paz. Pero podemos estar olvidando que para sobrevivir a las demandas actuales, a la reprivación del sueño, a las preocupaciones cotidianas, es necesario poner prioridades en orden y ocuparse, primero de ver que lugar ocupa realmente Dios en mi vida, ya que Él nos quiere ayudar. Y tambien es necesario analizarse a sí mismo. En muchas ocasiones la vida no es tan difícil como parece, somos los mismos seres humanos quienes nos la complicamos. Tratemos de simplificarla para ser más felices.
Es importante observar las cosas buenas de la vida y sentirse agradecido, el pensar en forma agradecida y positiva puede ayudarle a afrontar mejor las enfermedades y situaciones difíciles. A lo largo del día trate de expresar gratitud por las gentilezas que recibe de las personas que interactúan con usted. Cuando se acueste piense al menos en algo bueno que le haya sucedido durante el día, así sea algo sencillo como haber llegado a tiempo al trabajo y dele gracias a Dios por ese tiempo y por su empleo (hay tantas personas sin empleo). Tan pronto se sienta asaltado(a) por pensamientos sobre lo que le hace falta en la vida, preguntarse cómo puede ver el vaso a medio llenar en vez de verlo medio vacío.
Si no puede decir algo agradable, mejor no diga nada. El sarcasmo, el cinismo, la critica, son destructivas no solo para las personas objeto de éstas sino para su tranquilidad interior.
Practique el perdón, quizás puede resultar difícil para personas que han sido seriamente ofendidas, pero si puede manejar esas emociones, será recompensado(a) con una gran bendición y paz en su corazón.
Comience por reconocer que el hecho ocurrió en el pasado, quedó atrás. Las emociones de ira, resentimiento, decepción que padece ahora pueden ser liberadas si hace el esfuerzo. De otra manera, a quien más daño le hacen es a usted mismo(a) pues es quien las sufre. Practique el dejarlas ir como si se tratara de una pared de arena lavada por las olas.
Hágase un propósito de perdonar, realmente perdonar es un regalo que se hace a sí mismo(a) para su tranquilidad mental y espiritual. Algunas veces por circunstancias la persona que se le perdona no estará presente para manifestarlo pero hágalo en su interior. No vale la pena cargar con un fardo tan pesado.
Escoja sus batallas en vez de estar insistiendo en que otras personas hagan lo que uno quiera, incluidos los hijos, representa una gran fuente de infelicidad. Permita que los otros vuelen con sus propias alas.
Pregúntese si eso que le preocupa de verdad vale la pena. ¿Hará alguna diferencia la próxima semana, el próximo mes, el próximo año?
¿Desea sentirse más competente en el trabajo? ¿O más amado(a) y aceptado(a)? Active su confianza y asuma que ya tiene lo que desea y en forma sorprendente verá que cambiar lo que se hace, cambia lo que se siente.
Busque como pueda ayudar a otros, hágalo en forma desinteresada, sirva de voluntario(a) para una buena causa. Todo su ser será recompensado. Por otra parte, podrá descubrir lo afortunado(a) que es. Recuerde unas palabras maravillosas que nos enseña Dios, en la ley de dar y recibir, que dice: Quien da, recibe el bien multiplicado.
Hay momentos difíciles que parece que cada momento que pasa se ponen más tensas, pero recuerde que detrás de cada situación hay un propósito, es lo que nos enseña esta palabra.
Sabemos que si amamos a Dios y rendimos nuestra vida a sus planes, todo cuanto nos sucede ha de ser para el bien nuestro.
(Romanos 8:28) BD.