domingo, 9 de noviembre de 2008

Con los pies en la tierra... y la mente en el cielo...

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Vivimos en un mundo material, no lo podemos negar. Nos rodean personas, y objetos, y las necesidades se pagan con dinero. Muchas veces quisieramos poder vivir entre nubes y en un estado total de éxtasis, pero esa es una utopía. Hay que luchar, y vivir y salir adelante, es la verdad.

Sin embargo, nuestro nuevo estado, nuestra vida en Cristo nos demanda un comportamiento diferente, su palabra es clara y enfática cuando el, en sus últimos días entre los humanos, pedía a su padre celestial "Que no nos apartara del mundo". Eso es decir en pocas palabras, no podemos vivir en otro planeta, ni en otro lugar.

Se nos exige un comportamiento diferente eso sí. Una mente renovada. Con los ojos "puestos en las cosas de arriba". Se viven actualmente tiempos de mucha hostilidad. Donde el "yo" reina y el "vosotros" queda relegado. Hay mucho egoísmo, poca tolerancia y casi nada, de misericordia. Es ahí donde empieza el sentido de este artículo. Tenemos que vivir con los pies puestos sobre la tierra, para darnos cuenta de las necesidades de los demás. De la viuda que sufre solitaria, y que no tiene un pan para darle a sus hijos. Del joven excluido de su entorno, que busca en un grupo x pertenecer a algo, aún cuando sea equivocado. De la joven prostituta, arrastrada a su actual estado por que en algún momento de su vida se abusó de ella. Situaciones extremas y tremendas, gente considerada "paria" por una sociedad que no quiere condolerse, y quiere vivir complacida en su mundo de nubes. Un mundo perfecto, ignorarlos es lo mejor.

Y a pesar de tener los pies sobre la tierra tenemos que tener nuestra mente enfocada en las cosas celestiales. En el amor, en la misericordia, en la paciencia, en la benevolencia, en la tolerancia. Dar para recibir. Morir para vivir. Debemos analizarnos cada uno, y convertirnos en vasos útiles para dar la mano, y ayudar a quienes tanto nos necesitan.

Cerrar la ventana del vehículo para no saludar a la anciana que nos pide por un pan, pareciera ser la solución perfecta. Aislarnos del que sufre, así no nos vemos involucrados. Actitudes incorrectas, comportamientos erroneos, cuando se nos ha dado como mandamiento amarnos y cuidarnos. Cuando en alguna parte de la Biblia nos dice que suframos con los que sufren y riamos con los que ríen.

Para que todo esto se de en nuestras vidas, no como un comportamiento de temporada, o como una actitud de falsa benevolencia, tenemos que estar conectados al cielo. Por medio de oración, de conocimiento de la voluntad de Dios en su palabra, buscando las cosas de arriba primero. Buscando ser de un corazón justo y digno, como el corazón de Dios mismo. Cambiar paradigmas, cambiar costumbres familiares y voltear nuestros ojos espirituales al cielo para que la luz los abra. Y entonces poder identificar necesidades y poder darnos como un día lo hizo Jesucristo.

Si, pues, habéis resucitado con Cristo,
buscad las cosas de arriba,
donde está Cristo
sentado a la diestra de Dios.

Poned la mira en las cosas de arriba,
no en las de la tierra.
Colosenses 3:1-2

Una aportación de Lorena Pérez Quan


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