Aunque la soledad puede ser una condición relativamente normal en la vida humana, la falta de compañía en muchos casos o el apego genera miedo e intensifica el temor ante determinadas situaciones, es un estado generado por la falta de compañía que aparece cuando deseamos estar con otro ser.
Hay la soledad sana que se genera cuando hay ausencia del otro, pero con la seguridad de que al buscar apoyo aparecerán figuras de confianza que responderán adecuadamente cuando se les solicite (amigos, familiares, etc.). También hay la soledad insana o neurótica: va acompañada con ansiedad y necesidad de apoyo permanente. Es un sentimiento de ausencia del otro que es capaz de derrumbarnos, interfiere con el placer (no nos deja gozar), con la productividad, y nos deja extenuados.
La permanencia al lado de otros, en un ambiente personal y familiar, hace que la persona se mantenga en un entorno relativamente seguro y alejado de riesgos que en caso contrario debería enfrentar. Estar en compañía de sus seres queridos obviamente le trae beneficios, usted se siente apoyado, querido, amparado y protegido, pero cuando el apego es muy fuerte comienzan los problemas.
A cualquier edad, el ser humano puede mostrarse muy apegado a ciertas personas y por eso recibe muchos calificativos como celoso, posesivo, codicioso, inmaduro, dependiente, entre otros. El apego fuerte hace que la soledad insana se acreciente cuando la persona se siente realmente sola. Y por eso teme no tener cerca una figura de afecto que le responda adecuadamente.
La sensación de ausencia de un ser amado le genera inestabilidad y miedo, especialmente en ambientes o situaciones de carácter extraño como la oscuridad, y aun sin estar sola, la persona no puede ver ni sentir al acompañante. Por ese temor, la persona está convencida, de que si vigila constantemente a la que ama, o la complace a toda hora, tendrá siempre su compañía y afecto.
Hay algunos sentimientos básicos que el ser humano experimenta, ante la realidad o posibilidad de que no aparezca una figura de apoyo (en caso de estar solo). Uno es el temor a ser heridos o a perder algo. Sea el temor real o imaginario, el sentimiento es el mismo. La ansiedad varía desde la leve aprensión hasta el pánico, donde no se pueden controlar las funciones corporales. Entre estos dos extremos se encuentra el temor, el miedo, la irritabilidad, la impotencia, la inseguridad, la tensión, el nerviosismo, la cobardía, el terror, etc. La intensidad de la ansiedad depende de la severidad de la perdida, de la cercanía de la amenaza, de la fuerza para afrontar la perdida y de sus defensas. Cuando nos sentimos ansiosos, estamos percibiendo la amenaza, aún cuando no tengamos conciencia de ello.
Otro puede ser la rabia, que es el sentimiento de irritación, frustración, furia e ira. Nos enojamos cuando nos han herido y por ello todos tenemos sentimientos de rabia de vez en cuando. La expresión de rabia contra la herida, y lo que la provocó, permite que ésta cicatrice. Es una respuesta natural saludable y necesaria para mantener el equilibrio emocional, siempre que no se convierta en una respuesta violenta. La rabia bloquea a la persona y se queda en el interior, cuando no es posible llegar al origen de la herida, o es inaceptable para la persona. La rabia guardada se dirige a sí misma.
Otro sentimiento es la culpa, que es el resultado de reprimir tanto tiempo el enojo. Es un sentimiento que nos hace ver como no merecedores, malvados, crueles y llenos de reproche contra nosotros mismos. Las personas que se sienten culpables tienden a enfatizar lo negativo del mundo, carecen de alegría y su actitud provoca rechazo y agotamiento. Y está también la depresión que llega cuando el enojo es el prisionero de nuestro interior. Es el sentimiento de una profunda tristeza, infelicidad y melancolía. El paisaje es negro y no se puede disfrutar de lo que nos rodea. La tristeza prolongada, sin comprender qué significa, nos da como resultado la depresión, nos sentimos desvalorizados, enojados, agotados y hasta enfermos. Es el sentimiento más grande que genera la soledad dolorosa.
Cuando por alguna circunstancia se enfrente a la soledad, recuerde que con seguridad si busca apoyo aparecerán figuras de confianza que responderán adecuadamente cuando se les solicite. Y si ciertamente buscas la compañía de Dios él te llenara de fortaleza, consuelo, y será tu dulce compañía.
Ciertamente consolará Dios a su pueblo:
consolará todas sus soledades,
y tornará su desierto como paraíso,
y su soledad como huerto de Dios;
se hallará en ellos alegría y gozo,
alabanza y voz de cantar.
(Isaías 51: 3) RVA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario