domingo, 20 de noviembre de 2011

DEJAR DE QUEJARSE....


Después  del  trabajo, después de ver  la televisión, de  leer  la prensa, de los viajes, de compartir con  los amigos, de compartir con tu familia ¿Qué te queda?  ¿Que  diste? ¿Qué te motivo y qué te hizo sentir la fuerza de tu ser?

Un amigo  me comentaba sobre un ejercicio  que había practicado  en un  retiro que estuvo:  Ellos  debían  imaginar su entierro  y luego escribir lo que  les gustaría que  sus familiares, parejas, hijos y amigos  dijeran de ellos.  Y me  decía  que una de las  cosas que no le  gustaría que dijeran  de  Él, era  que:  “Él fue un pesimista, amargado, que nunca  tuvo tiempo  para sus hijos, o su familia, que no lucho por nada, ni creyó en nada”.

Este ejercicio decía, Más  bien lo  llevo  a  vislumbrar al  hombre que quería  ser. En este momento todo lo trivial, lo vano, lo que no deja  nada, desapareció  y   se  centro  en  lo que realmente  valoraba  y  deseaba. 

Qué  bueno sería   preguntarse  en  un momento  de  desanimo, o  que te sientas aburrido, apático, o simplemente  metido en una serie de  actividades vanas que no dejan nada. ¿Qué puedo y  debo hacer para afirmar en ese momento  valor? Si la respuesta es  nada, entonces  retírese; pero si  hay  algo que  si  puede hacer! Hágalo ¡

Una  simple  pregunta  como: ¿En un año qué significará  lo que  estoy  haciendo? Puede enfocarte rápidamente para  guiarte a dejar aquellas cosas que estás haciendo que son ocio, son “nada” y encaminarte a  acciones diarias que si  tendrán un  efecto y  un valor  en tu vida. Es tan sencillo como tomar el tiempo de hablar con tu esposa  o  esposo, salir con tus hijos, reír  y  compartir  con ellos. Dejar de quejarte y  empezar a buscar soluciones a aquellas cosas de las cuales te quejas. Educarte, producir, educar  a otros, entusiasmarte, entusiasmar  a otros. Y  sí: “DEJAR DE QUEJARTE”.

De qué sirve la vida  si no puedes con tu voluntad, tu valor y  tu verdad; primero  debes  sacudir  los cimientos de  tu propia  vida, para  así sacudir  también  a otros de su letargo, de su aburrimiento y de su “estar dormidos”.

Debes trabajar  cada día para tratar de ser la mejor versión tuya  y vivir con fuerza y sin  temor, fuera de la APATÍA  y dentro de la ALEGRÍA de saber  que estás siendo fiel a ti mismo.

Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, que vuestros padres os legaron, no con cosas corruptibles, como la plata o el oro;  sino con la sangre preciosa de Jesús, como de un cordero sin mancha y sin defecto.
1 Pedro 1:18

domingo, 27 de marzo de 2011

EL COMPROMISO...


Muchas  personas desean encontrar lo mejor  de la vida para ellos, desean  tener un excelente nivel  intelectual, independencia financiera, su  propio negocio, su propia empresa, su casa, una buena relación de pareja, gozar de una condición física envidiable,  pero extrañamente no quieren comprometerse para alcanzar eso que dicen desear.

Cuando comienzan el camino que los llevara a materializar eso que dicen querer, al notar los esfuerzos enormes que eso implica, los “sacrificios” que hay que hacer, toda la energía, tiempo, dinero  incluso que hay  que dar a cambio para lograrlo se asustan y dicen que todo eso requiere mucho compromiso y lo evaden.

La cuestión pasa por la concepción errónea que se tiene con el compromiso en sí. Se tiende a suponer que comprometerse  es “encadenarse”, y es entendido que a nadie le gusta atarse, le huyen con temor. Si el compromiso fuera realmente un encarcelamiento, una imposición que coarta la libertad, entonces bien valdría la pena esquivarlo. Pero el compromiso no es eso. El compromiso es un nexo moral que cada quien hace con algo o alguien donde rige su libre albedrio, su libre voluntad de “estar  allí, de dar lo mejor de sí allí donde decidió estar”, poniendo todas sus habilidades y talentos para materializar el deseo que se alberga en el corazón.

Cuando esto es así, cuando hay compromiso, la persona libera su potencial, su creatividad, hay una explosión  del  talento y así, aparece la motivación interior por seguir haciendo eso en lo cual libremente se comprometió. A las personas comprometidas no hay que  vigilarlas, ni obligarlas para que hagan eso en lo cual pusieron su corazón. Ellos lo hacen sin necesidad de la observancia ajena. Con compromiso la gente estudia libremente. Hacen dietas libremente. Hacen deporte libremente. Son leales libremente. Y como consecuencia se hacen mejores, crecen, se renuevan, su energía pareciera  ilimitada, van más allá de donde otros típicamente abandonan. Saben que una cosa es creer en algo que uno está haciendo y otra es comprometerse completamente con ese algo. 

El compromiso no es magia, NO nos exonera de enfrentar retos, desafíos, vientos en contra. No  nos libera de vernos cara a cara con el desaliento, la  desesperanza  y la falta de fe. Solo que ante estas circunstancias donde muchos simplemente se evaden y pierden, la gente comprometida a pesar de todo, continúan.

Llegar a la cima de  Everest  toma  años de trabajo, dedicación, empeño, perseverancia, de una fe inquebrantable, de una muy buena y sana confianza en sí  y una disciplina de acero. Reconociendo  y disponiendo todos los talentos y dones que Dios ha colocado en Él, para lograr aquello que desea lograr. Eso es compromiso.

Muchos prefieren evadir los compromisos, pero sus vidas terminan ignoradas. Solo quienes viven con compromiso verán el cielo abrirse. Un principio importante es, comencemos por comprometernos con Dios.

Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros. Salmo 45:7

Mi alma ha guardado tus testimonios, Y los he amado en gran manera. Salmo 119:117

lunes, 7 de marzo de 2011

TRAICIÓN...


Alguna vez te traicionaron, te jugaron sucio bien sea en el matrimonio, noviazgo o aun en el trabajo o ministerio. ¿Te esta doliendo la herida? ¿Quieres perdonar y no puedes? ¿Estás tentado de empezar a pagar con la misma moneda? Lo más seguro es que llegues a pensar que fuiste un tonto o una tonta, y que eso no te lo vuelven a hacer nunca más.

Son muchas las historias  que se escuchan a diario:
-  Amo a mi esposa pero me engaño o viceversa.
- Tanto que ayude a esta persona a ser lo que es y ahora como me paga, ni me agradece.
- Todo lo que hice por esta iglesia y ni siquiera  una  llamada, una visita.
-  Era mi mejor amigo o amiga y ahora anda diciendo cosas que no son ciertas.
- De quien menos esperaba una traición, no confío en nadie más.
Y la pregunta infaltable: ¿Qué hago? ¿Y si la/lo perdono y lo vuelve a hacer?

Tenemos tres opciones:
Nuestra primera opción es mantener la distancia, queremos sentirnos protegidos y asegurarnos que no volverá a lastimarnos. Es la natural.

Nuestra segunda opción es pagar los platos rotos con personas que no tienen nada que ver con el asunto. Empezamos a contaminar a otros. Es la carnal.

Nuestra tercera opción es perdonar y entregar esa herida a Dios. El es el único que puede sanar, restaurar y renovar nuestras convicciones y nuestra actitud de servicio y compromiso con los demás. Es la espiritual.

Espero que hayas escogido la tercera opción. Si hay alguien que puede entender la traición es Jesús, en Lucas 23:34 dijo: “¡Padre, perdona a toda esta gente! ¡Ellos no saben lo que hacen!”,  así que él entiende tu dolor y está presto para sanarte y ayudarte en el proceso. Las heridas son oportunidades para crecer y madurar en la vida. El perdonar no es una opción, es una orden divina para poder experimentar libertad en las relaciones y en la vida.  Es un proceso que podría tomar un tiempo donde se busca restablecer la confianza y para hacerlo se requiere compromiso de cambios y responsabilidad.

“Si ustedes perdonan a otros el mal que les han hecho, Dios, su Padre que está en el cielo, los perdonará a ustedes. Pero si ustedes no perdonan a los demás, tampoco su Padre los perdonará a ustedes.” Mateo 6:14-15 (BLS)
No dejes que las heridas te limiten en tu potencial, cercenen tus sueños. Dios puede cambiar tu desierto en paraíso si estás dispuesto a perdonar, amar y servir sin esperar nada a cambio. Dios va a usar tus heridas para bendición de otros.

Cuenta una leyenda india que un hombre transportaba agua todos los días a su aldea usando dos grandes vasijas, sujetas en las extremidades de un pedazo de madera que colocaba atravesado sobre sus espaldas.

Una de las vasijas era más vieja que la otra, y tenía pequeñas rajaduras; cada vez que el hombre recorría el camino hasta su casa, la mitad del agua se perdía.

Durante dos años el hombre hizo el mismo trayecto. La vasija más joven estaba siempre muy orgullosa de su desempeño, y tenía la seguridad de que estaba a la altura de la misión para la cual había sido creada, mientras que la otra se moría de vergüenza por cumplir apenas la mitad de su tarea, aún sabiendo que aquellas rajaduras eran el fruto de mucho tiempo de trabajo.

Estaba tan avergonzada que un día, mientras el hombre se preparaba para sacar agua del pozo, decidió hablar con él: - Quiero pedirte disculpas ya que, debido a mi largo uso, sólo consigues entregar la mitad de mi carga, y saciar la mitad de la sed que espera en tu casa.

El hombre sonrió y le dijo: - Cuando regresemos, por favor observa cuidadosamente el camino. Así lo hizo. Y la vasija notó que, por el lado donde ella iba, crecían muchas flores y plantas.

-¿Ves cómo la naturaleza es más bella en el lado que tú recorres? comentó el hombre. – Siempre supe que tú tenías rajaduras, y resolví aprovechar este hecho. Sembré hortalizas, flores y legumbres, y tú las has regado siempre. Ya recogí muchas rosas para adornar mi casa, alimenté a mis hijos con lechuga, col y cebollas. Si tú no fueras como eres, ¿cómo podría haberlo hecho?

Esta vasija tenía una cualidad que a la vista no era positiva ni agradable, era una herida, sin embargo produjo buenos resultados porque se mantuvo en la humildad y el perdón. Tú puedes lograrlo.

Hoy es el mejor día para perdonar y ser sanado de toda herida. Es tiempo de vivir la vida extraordinaria.

“Perdonar es el valor de los valientes. Solamente aquel que es bastante fuerte para perdonar una ofensa, sabe amar.”

domingo, 13 de febrero de 2011

EN EL DESIERTO...

Quizás Dios te ha confrontado claramente con todas tus limitaciones circunstanciales; es decir, con todas aquellas situaciones externas que NO te favorecen en el medio ambiente en donde estás. Probablemente te ha confrontado con todas tus incapacidades personales; es decir con todas tus debilidades e imperfecciones que tanto te incomodan y que te frenan en llevar una vida cristiana satisfactoria.

Tal vez ya comprobaste por ti mismo, que nada perfecto o completo puedes llegar a hacer por mucho que lo intentes, a menos que sea Dios quien te respalde. Has comprendido que no es por tus méritos personales, habilidades o circunstancias como cumplirás el encargo que Dios te está demandando, a menos que sea por su acción sobrenatural en tu interior y a tu alrededor.

Puede que haya sido necesario que pasaras por un periodo de largos años en el que todas las herramientas de tu autosuficiencia, fueran consumidas por el fuego de Dios. Y fue necesario que estuvieras en el desierto por mucho tiempo para despojarte de todo aquello que tú creías seguro, necesario e imprescindible. Ahora eres una persona diferente, porque tienes un concepto claro de quien eres y quien es Dios. Has entendido lo que implica depender de Dios en todo sentido, aún hasta en el detalle más insignificante.

Has recibido la capacitación que no se adquiere con los libros, ni con horas intensas de estudio. Ahora Dios te considera una persona entrenada para hacer lo que te está demandando: IR hacia el lugar que tú no esperabas y hacer la obra que está encomendando en dicho lugar. Como te podrás dar cuenta, es una labor inmerecida y difícil, pero él te considera como la pieza clave que él quiere emplear. Que increíble…Qué privilegio…

No no no no no no…!!! Ya no le pongas más objeciones a Dios… Él sabrá que es lo que hará contigo, pues te conoce mucho más de lo que te conoces a ti mismo. Será el mismo quien se encargue de darte todo aquello que ahora te hace falta, no importa cuán complicado sea o parezca y aunque no te expliques con tu lógica de qué forma lo obtendrás.

No te pongas a razonar cómo es que lo harás, simplemente abandónate bajo su poder soberano. Verás que Dios mismo se encargará de ponerte los medios circunstanciales, naturales o materiales para que lo hagas. Te pondrá a las personas que empleará como sus canales de provisión para el desarrollo de tu labor. No te desesperes… Él sabrá cuándo será el momento en cada etapa de tu vida. Tú solamente dile: SI SEÑOR, AQUI ESTOY. Del resto el se encargará…!!! Mientras tanto sigue siendo FIEL en lo poco.

En esos pequeños detalles que se te presentan día a día. No en vano has recibido tanto entrenamiento en el árido desierto donde te ha tocado vivir. No en vano has pasado por tantas experiencias extrañas, incomprensibles y peligrosas. Ya tienes ante tus ojos ese momento en el que harás lo que Dios había preparado para ti desde antes que tú vinieras al mundo.

      NO EN VANO HAS RECIBIDO ENTRENAMIENTO EN EL DESIERTO!!!

Dios acompañó al niño, y éste fue creciendo; vivió en el desierto y se convirtió en un experto arquero. Génesis 21:20.

El Señor le dijo a Aarón: «Anda a recibir a Moisés en el desierto.» Aarón fue y se encontró con Moisés en la montaña de Dios, y lo besó. ÈXODO 4:27.

sábado, 22 de enero de 2011

SOY FUERTE....


La dura realidad nos dice que estamos rodeados de etapas difíciles, y que la vida es una prueba constante, pero ¿Cómo reconocemos nuestra fortaleza? Muy a menudo confundimos la fortaleza con la agresión, muchos lo hacen ya sea de una forma verbal o simplemente a través de los golpes.

Siempre hemos oído decir, o nos han dicho, que quien sobrevive es el más fuerte, ese que enfrenta a otro sin importar las consecuencias. Mi forma de verlo es distinta, para mí la fortaleza tiene otro significado, es poder dar felicidad a otro aun si tú no eres feliz, es calmarte en momentos de desesperación, demostrando alegría cuando se está triste, esto es algo en lo que debemos trabajar mucho.

La fortaleza la vas cultivando en tu interior. Sí, porque eres capaz de sonreír cuando sólo quieres llorar, es tener el corazón partido en mil pedazos y a pesar de ello, puedes hacer a otros felices. La fortaleza de tu espíritu está cuando eres capaz de perdonar a quien no merece tu perdón, cuando tu angustia es tan grande que quieres gritarle al mundo lo que sientes y sin embargo callas. También es poder dar consuelo a otros cuando eres tu quien necesita ser consolado, cuando necesitas un simple “Te quiero”.

Por eso, siento que en la vida, Dios nos da la oportunidad de amar a todo el universo y saber amar nos hace más fuerte. Tu fortaleza depende de lo que veas y no veas, en saber que eres infinitamente fuerte, la fortaleza está en ti, en lo que creas y das, Jesús en su palabra nos invita a creer, al hacerlo podemos crecer y ver que no importa cuán difícil sea la vida, se hará más simple y siempre podremos seguir adelante. El dice: Al que cree todo le es posible.

Pero no olvides “La fortaleza” no significa cuántas bofetadas das, cuántos kilos puedes levantar, cuan duras son tus palabras, cuántos seres matas o cuánto dinero hagas. La fortaleza del ser humano está en lo que creas con tu espíritu, en lo que puedes dar a los demás y en lo que tú mismo te puedes dar.

En tu entrega, ama a todo lo que te rodea, a tu universo, da gracias a Dios constantemente y no te quejes, mira a tu alrededor lo bello que tienes, respira hondo y disfrútalo, no vivas una y otra vez lo que sabes que no volverás a tener o no volverá a suceder. La fortaleza de nuestro ser se nutre de la experiencia del silencio, de la conexión constante con la fuente eterna que es Dios, quien nos quiere llenar de la fuerza que necesitamos, aun para las situaciones más extremas, quién nos llena de la paz que sobrepasa todo entendimiento. Y a nivel práctico, nos fortalecemos teniendo una actitud honesta y sincera ante la vida y los demás.

En cualquier caso, con la ayuda de Dios, que me da fortaleza y poder, estoy preparado para hacer lo que sea necesario

(Filipenses 4:13) CST.