EL AUTORRESPETO
Nuestra cultura pondera mas el “sí” que el “no”. El “si” esta asociado a amabilidad, comprensión y tolerancia, mientras el “no” lo referimos a antipatía, egoísmo e intransigencia. Enseñamos la actitud de servicio, la ayuda y la generosidad, como valores determinantes de todo humanismo, y desestimamos los que se oponen, rehúsan o simplemente protestan. Sentar precedentes y manifestar el “disconfort” no es bien visto, al menos para los que quieren congratularse con el orden establecido.
Esta manera de “caer bien” y evitar la expresión de desacuerdos, ha creado una filosofía de la mansedumbre. Admiramos la sumisión y el silencio cómplice: Agachar la cabeza es símbolo de “queridura” no importa que nos la corten. Confundimos sencillez con subyugación, y no es lo mismo. La persona que practica la humildad sanamente, se inclina a veces, pero no se quiebra. Es dócil hasta que toquen sus principios, porque la querencia tiene un límite: el de la Dignidad Personal.
La cultura del sometimiento persigue, al menos dos objetivos. Por una parte intenta apaciguar o agradar a los otros (miedo). Por otra, sentirse “bueno” y limpio. Sin embargo, bondad no es autocastigo, porque el amor siempre empieza por casa “Ama a tu prójimo, como a ti mismo”. Solamente en el autorrespeto, está el respeto al prójimo.
Nadie niega que a veces el prójimo es mas importante que uno y que si hay amor de por medio estamos dispuestos a entregar la vida si fuera necesario. Pero aun en los actos mas desprendidos de altruismo, el decoro está presente. Puedo reconocer mis defectos o incluso capitular, pero sin denigrar de mi mismo. (Valorarse a si mismo, es importante).
No estoy promulgando la insensibilidad y la avaricia, sino la defensa de los derechos personales. Tengo el derecho a decir “no”, a expresar desacuerdos, a oponerme, a ofuscarme, a expresar sentimientos negativos y ser consecuente con mis creencias. Obviamente no tengo que violar los derechos ajenos para ejercer los míos. Simplemente se trata de moverme dentro del territorio de mis valores y al mismo tiempo ser compasivo. Si transo con mis principios, ¿Qué queda de mí?
Cuando en situaciones no negociables, decimos “si”, queriendo decir “no”, algo desagradable ocurre en nuestro interior. Algo se rompe. Un dejo de vergüenza nos levanta a medianoche, esquivamos los espejos y la mirada interior se vuelve insoportable. Y cuando consultamos con la almohada, sólo queda la sensación desagradable del autorreproche: ¿Por qué no dije no?
En muchas situaciones somos incapaces de defendernos de los aprovechados. Preferimos callar, aunque nos de úlcera.En otras circunstancias, aunque la consecuencia sea funesta, nos cuesta decir “no” (Por ejemplo, negarse a consumir drogas).
La asertividad es la capacidad que tienen las personas para defender sus derechos personales, sin violar los ajenos. La asertividad es autoafirmación y honorabilidad para con nosotros mismos. Es un acto de autoestima. Es sentar el precedente de que el amor no es obediencia debida y menos en situaciones que pasen por encima de nuestros valores y respeto.
En cuestiones intrascendentes déjelo pasar (no tiene sentido ser un rebelde sin causa) En lo fundamental, diga lo que verdaderamente piensa y siente. Expréselo. Con respeto, empatía y hasta con una sonrisa si le queda aliento (lo cortés no quita lo valiente), pero no se quede callado. El arte de ser asertivo es la habilidad de balancear los derechos y deberes sin enredarlos. Es la ciencia compleja de crear un espacio de convivencia respetuosa, donde los demás están bien, PERO TÚ TAMBIEN.
Esta manera de “caer bien” y evitar la expresión de desacuerdos, ha creado una filosofía de la mansedumbre. Admiramos la sumisión y el silencio cómplice: Agachar la cabeza es símbolo de “queridura” no importa que nos la corten. Confundimos sencillez con subyugación, y no es lo mismo. La persona que practica la humildad sanamente, se inclina a veces, pero no se quiebra. Es dócil hasta que toquen sus principios, porque la querencia tiene un límite: el de la Dignidad Personal.
La cultura del sometimiento persigue, al menos dos objetivos. Por una parte intenta apaciguar o agradar a los otros (miedo). Por otra, sentirse “bueno” y limpio. Sin embargo, bondad no es autocastigo, porque el amor siempre empieza por casa “Ama a tu prójimo, como a ti mismo”. Solamente en el autorrespeto, está el respeto al prójimo.
Nadie niega que a veces el prójimo es mas importante que uno y que si hay amor de por medio estamos dispuestos a entregar la vida si fuera necesario. Pero aun en los actos mas desprendidos de altruismo, el decoro está presente. Puedo reconocer mis defectos o incluso capitular, pero sin denigrar de mi mismo. (Valorarse a si mismo, es importante).
No estoy promulgando la insensibilidad y la avaricia, sino la defensa de los derechos personales. Tengo el derecho a decir “no”, a expresar desacuerdos, a oponerme, a ofuscarme, a expresar sentimientos negativos y ser consecuente con mis creencias. Obviamente no tengo que violar los derechos ajenos para ejercer los míos. Simplemente se trata de moverme dentro del territorio de mis valores y al mismo tiempo ser compasivo. Si transo con mis principios, ¿Qué queda de mí?
Cuando en situaciones no negociables, decimos “si”, queriendo decir “no”, algo desagradable ocurre en nuestro interior. Algo se rompe. Un dejo de vergüenza nos levanta a medianoche, esquivamos los espejos y la mirada interior se vuelve insoportable. Y cuando consultamos con la almohada, sólo queda la sensación desagradable del autorreproche: ¿Por qué no dije no?
En muchas situaciones somos incapaces de defendernos de los aprovechados. Preferimos callar, aunque nos de úlcera.En otras circunstancias, aunque la consecuencia sea funesta, nos cuesta decir “no” (Por ejemplo, negarse a consumir drogas).
La asertividad es la capacidad que tienen las personas para defender sus derechos personales, sin violar los ajenos. La asertividad es autoafirmación y honorabilidad para con nosotros mismos. Es un acto de autoestima. Es sentar el precedente de que el amor no es obediencia debida y menos en situaciones que pasen por encima de nuestros valores y respeto.
En cuestiones intrascendentes déjelo pasar (no tiene sentido ser un rebelde sin causa) En lo fundamental, diga lo que verdaderamente piensa y siente. Expréselo. Con respeto, empatía y hasta con una sonrisa si le queda aliento (lo cortés no quita lo valiente), pero no se quede callado. El arte de ser asertivo es la habilidad de balancear los derechos y deberes sin enredarlos. Es la ciencia compleja de crear un espacio de convivencia respetuosa, donde los demás están bien, PERO TÚ TAMBIEN.
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