domingo, 11 de enero de 2009

ES MAS QUE HABLAR....

Todos sabemos que el secreto para tener y mantener buenas relaciones con el resto del genero humano, llámese pareja, familia, amigos, compañeros de trabajo, grupo o lo que sea. Radica en la comunicación. Pero una cosa es saberlo y decirlo y otra ponerlo en practica y que funcione. En especial, cuando se trata de relaciones conyugales, que son las mas vulnerables. No importa el tiempo que se lleve en una relación. Pueden ser meses o años. Lo importante es sentirse conectado(a) con la otra persona y lo que cuenta es cómo se comparte esa información emocional tanto en palabras como en actitudes. No se trata de lo que se dice o lo que se hace, sino más bien de cómo se trasmite.

Las personas que reaccionan positivamente a esa conexión emocional, en caso de discusión y peleas, pueden expresarse mejor y hacer gala de “herramientas” positivas y conciliadoras como el sentido del humor, afecto e interés. Todo lo cual ayuda a decantar sentimientos negativos, malos genios y resentimientos. Quienes en medio de una discusión pueden hacer una verdadera presencia sin cortar la comunicación, tienen más y mejores oportunidades de resolver conflictos, reparar sentimientos heridos y construir respuestas positivas de la contraparte.

Sin embargo, esto que suena tan fácil y hasta bonito debe empezar a “trabajarse” antes de que las asperezas irrumpan. Cotidianamente, con el intercambio de información emocional que, cuando se da como es debido, es el que hace que las relaciones sean más amorosa y estables.

La mayoría de las personas que deciden unir vida y destino no lo hacen con la intención de romper o fracasar en la relación. Sin embargo, es lo que sucede con demasiada frecuencia y todo porque las personas no le prestan la suficiente atención a las necesidades emocionales de los otros. Muchas veces ese desinterés no es intencional, simplemente las personas se involucran demasiado en sus propios asuntos. Pero los resultados son los mismos, falta de conexión. Por otro lado, prestar atención a la otra persona conduce a la formación de relaciones más satisfactorias y estables. Cuando se hace presencia y se presta atención a la pareja, siempre va a haber respuesta. Si su objetivo es tener una buena relación con la pareja, hay que concentrarse en estar ahí y hacer presencia.

Los conflictos son inevitables cuando se comparte actividades y aspiraciones. Como se exprese la posición que se tiene en el conflicto es lo que hace la diferencia. La regla de oro consiste en decir lo que se siente o quejarse en el momento y en el espacio oportuno pero sin criticar. ¿Cual es la diferencia? La queja generalmente tiene que ver con un problema específico. La crítica es mas global e implica juzgamiento. Incluye, con frecuencia, juicios como “tu siempre...” o “tu nunca...”.

La crítica ataca el carácter, usualmente con etiquetas negativas. Decir y escuchar quejas no siempre resulta fácil. Pero por lo general, vale la pena prestarles atención porque pueden ayudar al entendimiento mutuo y a resolver los problemas. Por el contrario, la crítica conduce a lo opuesto. Hiere los sentimientos e incrementa las tensiones y los resentimientos. Cuando se esta a la defensiva es casi imposible que se dé una buena comunicación y mucho menos una buena relación.

Cuando las cosas se salen de su cauce, la gente se pregunta con frecuencia si fue por algo que dijo. Bueno, eso puede ser. Pero con más frecuencia, lo que daña una relación es lo que no dice. Muchos sinsabores y malentendidos surgen de hechos y asuntos que las personas necesitan ventilar, pero que nunca terminan de hacerlo. Como resultado de las tensiones y confusiones que inevitablemente se presentan, llueven peleas que conducen a la hostilidad, al resentimiento y al escapismo. Si en una relación los conflictos hacen parte de la cotidianidad, lo mejor es darle un vistazo a todo aquello que no se ha discutido abiertamente. Mejor dicho, a lo que se ha callado.

Si bien hablar de lo que se siente suena fácil, todos sabemos que no todas las veces resulta tan sencillo desnudar el alma. Pero siempre hay una manera de empezar. Consiste simplemente en concentrase en los sentimientos en el momento. Ese pequeño paso es el que puede conducir la relación a la dirección correcta.

El odio despierta rencillas; Pero el amor cubrirá todas las faltas…
(Proverbios 10: 12)

miércoles, 7 de enero de 2009

METAS....

Oscar Wilde escribió una vez: “En este mundo existen sólo dos tragedias.Una es no lograr lo que uno quiere, y la otra es lograrlo”.Muchos seres humanos han logrado más éxito del que habían imaginado que fuera posible, pero paradójicamente en la cumbre del éxito encuentran que se hallan profundamente insatisfechos. C.S. Lewis describe esta experiencia como “el dulce veneno de un falso infinito”.


Quisiera que reflexionemos acerca de cómo realizar nuestras metas en el año nuevo y también cómo evitar arruinar todo en solo un momento.

Podemos poner como ejemplo de alcanzar algo y arruinarlo luego el caso de muchos hombres que al lograr alcanzar la cima en logros económicos, pierden su familia, incluso a veces en poco tiempo pierden su capital, su prestigio y reputación tras alguna jovenzuela simpática. Hay varios casos de deportistas, modelos y músicos que logrando lo más alto del éxito pierden todo por meterse en la droga, algunos llegando incluso al suicidio.

Creo que el mismo peligro puede existir en cualquier área de la vida. Debemos cuidar que no ocurra lo mismo en nuestras áreas de influencia (familia, iglesia, empleo, el mundo).

No hay nada de malo en esforzarse y lograr todos los éxitos posibles en nuestra vida. Pero hay un tremendo peligro cuando esto se vuelve el todo de la vida, pues si uno logra todo, de repente uno puede encontrar como el rey Salomón, el rey más sabio que existió sobre la tierra, que en uno de sus escritos señaló: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad. Todo es absurdo; ¡es como correr tras el viento!”

Los estudiosos del tema señalan que el consumismo ha vuelto la vida del hombre cada vez con menos sentido. Querer más y más… Me pregunto a donde estamos yendo dándoles a los niños y jóvenes la impresión de que teniendo…”éxito empresarial, ministerial” y “prosperidad material”, lo tenemos “TODO”

La vida del ser humano en general está constituida por tres componentes. El componente vocacional: la profesión o ministerio de una persona. El componente relacional: la interrelación con otras personas y El componente de la interioridad: la relación con Dios y consigo mismo (orar, meditar, reflexionar, autoevaluarse, autocrítica, etc.).

Propongo una hipótesis que abría que estudiarla con mayor detenimiento: Tal vez el éxito vocacional (carrera, negocios, cuentas bancarias, prestigio en la iglesia y en el mundo, etc.) está siendo tan preponderante en muchos, que se está dejando de lado los otros dos componentes.

Creo que el verdadero éxito personal se basa más en el componente relacional y en la interioridad. Trataré de explicarme: El tener una relación genuina, basada en el amor y el compromiso, con personas significativas (especialmente los lazos familiares) se está perdiendo más y más, y aún en las familias de los “mejores hombres”. Hoy en día las relaciones son generalmente huecas y vacías. No hay tiempo para la esposa ni los hijos. Las amistades son mayormente basadas en lazos de la conveniencia. Las realizaciones sin relaciones están vacías. Demasiado tarde comprendemos que el éxito sin alguien con quien compartirlo, no es éxito.

El otro componente, el de la interioridad y la intimidad con Dios y con uno mismo es prácticamente dejado de lado. Se agotan las energías mentales tras el “éxito”. No hay tiempo para meditar, para reflexionar, para pensar, para analizarse a uno mismo. Los momentos de interioridad son los que dan verdadero sentido y significado a la vida. Allí es donde uno aprecia y valora las pequeñas cosas. Demasiado tiempo y energía a veces se invierte en el sector vocacional, y esto lleva inevitablemente a un trágico descuido de las demás facetas de la existencia.

No estoy proponiendo dejar de trabajar o dejar de tener logros en la vida. Solo digo que si equilibráramos las balanzas de nuestras vidas, tal vez encontremos más sentido a nuestra existencia.

....PROSIGO A LA META, AL PREMIO DEL SUPREMO LLAMAMIENTO DE
DIOS EN SU HIJO JESÚS... (Filipenses 3:14)
Editado de: Lic.Wolfgang Streich