Había un pequeño pastor que vivía en las montañas. Pasaba todo el día cuidando de los rebaños. Un día, le pareció buena idea, divertirse y bajó hasta la ladera de la montaña y comenzó a gritar: ¡Socorro! ¡Ahí viene el lobo!
Al escuchar los gritos, todos salieron corriendo para ayudarlo. Pero al llegar descubrieron que había sido una broma pesada del pastorcillo. Se marcharon muy molestos, pero el pastor se divertía como nunca con aquello. Cuando los aldeanos habían bajado la montaña, el pastorcito volvió a gritar con más fuerza; ¡Cuidado, es el lobo! ¡Viene el lobo!
La gente, al escuchar los gritos dieron media vuelta para socorrerlo, creyendo que esta vez, sería cierto que el lobo había llegado. Pero nuevamente, se encontraron al pequeño revolcándose de la risa por el engaño. Esta vez, los aldeanos se ofendieron profundamente y se marcharon furiosos.
A la mañana siguiente, el pastor regresó a la montaña como de costumbre. Estaba sentado sobre una roca, cuando vio acercándose a un lobo. Quedó helado del susto, no se podía mover. Cuando le fue posible, comenzó a gritar con todas sus fuerzas: ¡Socorro! ¡ Viene el Lobo!. Se va a comer todas mis ovejas, ¡Auxilio! Pero esta vez, los aldeanos habían aprendido la lección, y no se molestaron en escuchar sus súplicas.
Cuando usted dice mentiras, al decir la verdad, nadie le creerá. La mentira “tiene patas cortas”, es decir, que no llega muy lejos; porque los mentirosos deben tener muy buena memoria si no quieren ser descubiertos.
Una mentira es el comienzo de una cadena de mentiras infinitas que hace que el mentiroso produzca en los demás una imagen de personalidad caótica. La mentira tiene la función de fabricar personas y mundos falsos que hasta el que los inventa se los cree. Además, el que miente se está mintiendo a si mismo convirtiéndose en alguien que no existe.
Existen varios tipos de manifestaciones de la mentira, esta la hecha en forma esporádica (Todos alguna vez mentimos), también está la evolutiva (de niño), la que se dice como producto de un padecimiento sintomático (Para obtener atención gracias a la creación de un falso personaje) igualmente la efectuada como conducta repetitiva. Esta es la mitomanía, en la que se vive para y por la mentira.
El que quiere dejar de mentir puede hacerlo, lo importante es querer hacerlo, porque querer cambiar es ya haber cambiado. Tiene que concientizarse de que mentir es feo. Recuerde el cuento del pastorcito.
Por lo tanto cada uno de ustedes, desechando la mentira, hablad verdad a su prójimo, porque todos somos miembros de un cuerpo.
(Efesios 4:25)