Vivimos la vida como una actuación. Cada día se nos impone con mayor fuerza la cultura de la apariencia, del que dirán. Regalamos por cumplir, por no quedar mal, porque todos lo hacen, no por agradar.
Manejados por la publicidad y las propagandas, compramos no lo que necesitamos, sino lo que el mercado necesita que compremos y para que nos vean los demás. No para nosotros realmente. Decimos que nos divertimos mucho en la reunión, porque se espera que digamos eso, que nos gustó mucho la película publicitada, que todo el mundo dice que es muy buena, aunque nos hayamos aburrido soberanamente al verla, aplaudimos porque todos lo hacen, sonreímos sin saber porque, cuando todos lo hacen.
Cada día son menos las personas que se atreven a vivir, a ser dueños de su propia vida, a quererse. La mayoría viven para los demás. El televisor, las costumbres, las modas, el que dirán.
El que dirán constituye una agobiante preocupación que se abate sobre muchas personas. Es como una especie de terror a hacer el ridículo, de obsesión por ser como todos, a seguir el camino que siguen todos, a trabajar en lo de todos, a no romper esquemas porque “no somos capaces de hacer aquello que los demás no hacen para llegar a tener lo que los demás no tendrán”. Por ello hacemos mayor ostentación de lujos a o de originalidad y en la mayoría de los casos preferimos esto, antes que invertir en nosotros mismos, en nuestra salud tanto física como mental y espiritual, en sentirnos a gusto en estar bien con nosotros mismos.
Lastimosamente nos centramos en: “Ir allí adonde va todo el mundo” “Hacer lo que todos hacen” “Aplazar lo bueno, lo que nos mejora la salud física, espiritual, a cambios de adquirir apariencia
inmediatamente” “En pensar como todos”. Una de estas suele ser la razón. “¿Qué quiere que haga? Es lo que hace todo el mundo”.
Si lo han rechazado por la sencilla razón de que no viste con ropa de marca, diseñada por diseñadores famosos y lo tildan de “Mal vestido”, no se preocupe, solo tiene que sacrificarse y dejar de comer si es posible durante un mes, tal ves así pueda reunir para comprarse aunque sea una pieza de marca, la cual se tiene que poner cada vez que visite a sus amistades, también puede comprar ropa de imitación y hacerla pasar por original, simplemente consiga etiquetas de ropa de marcas y cósalas en su ropa de imitación. Así se sentirá bien aunque este enfermo. Vivir una vida de mentira, es no vivir. Vivir una vida imaginaria o aparentando lo que no es, es vivir estando muerto, es en definitiva no quererse.
Por eso les pido que no se crean
mejores de lo que realmente son.
Más bien, véanse ustedes mismos
según la capacidad que Dios
les ha dado como seguidores de Cristo.
Romanos 12:3 (Biblia Lenguaje Sencillo)
mejores de lo que realmente son.
Más bien, véanse ustedes mismos
según la capacidad que Dios
les ha dado como seguidores de Cristo.
Romanos 12:3 (Biblia Lenguaje Sencillo)