jueves, 28 de mayo de 2009

TRISTEZA O DEPRESIÓN...

Ponerse unas gafas negras y ver todo oscuro, así es como puede explicarse la depresión, un trastorno que deteriora la vida y hace que la visión del mundo sea negativa. Puede producir cambios en el plano cognoscitivo y altera las emociones, afecta todo tipo de personas, especialmente aquellas con antecedentes familiares que en su infancia carecieron de amor, que han tenido que vivir experiencias traumáticas o que no han podido superar una pérdida afectiva. Aunque todos los seres humanos tienen una fuerza en su personalidad para afrontar las dificultades, no todos poseen la misma capacidad para adaptarse a las pérdidas.

Por esta razón, con el tiempo entran en un estado depresivo que puede afectar su estado de ánimo, viven ansiosos o con vacíos que pueden durar semanas, perdida de interés o placer en las mayorías de las actividades, viven con sentimientos de insignificancia, desesperanza y culpabilidad. Pueden tener cambios en los hábitos de sueño, sentir cansancio, pérdida de energía, sensación de lentitud, agitación, inquietud, irritabilidad, dificultad para concentrarse o tomar decisiones, pensamientos frecuentes sobre la muerte.

Es importante diferenciar entre la tristeza y la depresión. La primera es un estado normal que se presenta en la persona ante eventos como la perdida de un ser querido, el abandono del ser amado, la perdida de la libertad. Se desarrolla durante un corto periodo de tiempo, es pasajera, su proceso de recuperación es más fácil en el ser humano. Mientras que la depresión es un trastorno mental caracterizado por sentimientos de inutilidad, culpa, tristeza, indefensión y desesperanza profundas. A diferencia de la tristeza normal, o la del duelo, que sigue a la pérdida de un ser querido, la depresión patológica es una tristeza sin razón aparente que la justifique, y además grave y persistente, que se presenta cuando los límites de la tristeza se sobrepasan. Es un problema de largo tiempo en el que la visión del mundo circundante se estrecha hasta el punto que se distorsiona la realidad.

Una persona depresiva no hace planes para el futuro pues todo lo ve oscuro, generalmente queda en el pasado y se arrepiente de lo que ha hecho en su vida. La depresión se constituye en factor de alto riesgo, que puede llevar a una persona a pensar en el suicidio, muchas veces por factores económicos o separaciones no deseadas, entre otras.

En muchas ocasiones pese a que los síntomas de la depresión son bastante claros, la mayoría de personas afectadas no consultan o no buscan ninguna clase de ayuda, Pero seria apropiado reflexionar en esto: ¿Quién te dijo que tus problemas no tienen solución? No dejes que los problemas o las crisis condicionen tu vida. Entiende que eres único y que Dios te ha dado una capacidad creativa, dones, talentos, y otras habilidades para solucionar los problemas y puedas bendecir a quienes te rodean. Con un nuevo nivel de pensamientos podrás ver posibilidades en tu vida en vez de imposibilidades. Dile adiós al estrés, ansiedad, depresión, miedo, temor, porque en ti habita El que te ha hecho más que vencedor sobre todas estas cosas.

Haz un alto a la ansiedad y descubre claramente cual es el problema. A veces lo que tu crees que es el problema no es el problema. Hazte preguntas: ¿Qué es lo que está mal? ¿Cuál es el problema que estamos tratando de resolver? ¿Cuál es mi responsabilidad en el problema? Se específico, no des vueltas ni caiga sen suposiciones. Para los casados, no hay problemas matrimoniales, solo problemas personales. Colócate metas específicas. ¿Qué me gustaría que ocurriese? ¿Cómo se ve con el problema resuelto? Expande tu imaginación. Piensa en todas las ideas que sean posibles para solucionar el problema. Piensa en posibilidades. Haz muchas preguntas. Olvida la “crisis” por un momento y diviértete pensando como sería tu vida sin ese problema, pregúntate ahora: ¿Qué me falta para solucionar el problema? ¿Qué me impide solucionarlo? Toma acción sobre tus pensamientos.

Una vez encontrado lo que falta para solucionar el problema, diseña un plan de acción que te lleve a esa vida que quieres lograr. No te quedes en el papel. Haz lo que tengas que hacer: perdonar, amar, servir, honrar, disciplinar, perseverar, pagar, trabajar. No te rindas hasta ver tu problema resuelto. Adquiere sabiduría, la sabiduría viene de Dios y a El debemos buscar para que nos ayude en cada paso. Todavía hay respuestas y soluciones. Realmente ¡Naciste para Ganar!


“Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”. (Romanos 8:37)