miércoles, 23 de julio de 2008

AGRADECIDOS !!!

No hay duda de que para la mayoría de gente el mundo se ha vuelto loco y la vida se ha complicado tanto que cada vez más personas se ven obligadas a pedir ayuda para seguir adelante. Basta con ver los noticieros para que hasta el más indiferente se sienta intranquilo. Al fin de al cabo en la aldea global ninguna persona puede sustraerse de los acontecimientos por lejanos que parezcan.

De allí la proliferación de maestros, adivinos, videntes, sectas y demás expertos en conseguir la paz. Pero podemos estar olvidando que para sobrevivir a las demandas actuales, a la reprivación del sueño, a las preocupaciones cotidianas, es necesario poner prioridades en orden y ocuparse, primero de ver que lugar ocupa realmente Dios en mi vida, ya que Él nos quiere ayudar. Y tambien es necesario analizarse a sí mismo. En muchas ocasiones la vida no es tan difícil como parece, somos los mismos seres humanos quienes nos la complicamos. Tratemos de simplificarla para ser más felices.

Es importante observar las cosas buenas de la vida y sentirse agradecido, el pensar en forma agradecida y positiva puede ayudarle a afrontar mejor las enfermedades y situaciones difíciles. A lo largo del día trate de expresar gratitud por las gentilezas que recibe de las personas que interactúan con usted. Cuando se acueste piense al menos en algo bueno que le haya sucedido durante el día, así sea algo sencillo como haber llegado a tiempo al trabajo y dele gracias a Dios por ese tiempo y por su empleo (hay tantas personas sin empleo). Tan pronto se sienta asaltado(a) por pensamientos sobre lo que le hace falta en la vida, preguntarse cómo puede ver el vaso a medio llenar en vez de verlo medio vacío.

Si no puede decir algo agradable, mejor no diga nada. El sarcasmo, el cinismo, la critica, son destructivas no solo para las personas objeto de éstas sino para su tranquilidad interior.

Practique el perdón, quizás puede resultar difícil para personas que han sido seriamente ofendidas, pero si puede manejar esas emociones, será recompensado(a) con una gran bendición y paz en su corazón.
Comience por reconocer que el hecho ocurrió en el pasado, quedó atrás. Las emociones de ira, resentimiento, decepción que padece ahora pueden ser liberadas si hace el esfuerzo. De otra manera, a quien más daño le hacen es a usted mismo(a) pues es quien las sufre. Practique el dejarlas ir como si se tratara de una pared de arena lavada por las olas.
Hágase un propósito de perdonar, realmente perdonar es un regalo que se hace a sí mismo(a) para su tranquilidad mental y espiritual. Algunas veces por circunstancias la persona que se le perdona no estará presente para manifestarlo pero hágalo en su interior. No vale la pena cargar con un fardo tan pesado.

Escoja sus batallas en vez de estar insistiendo en que otras personas hagan lo que uno quiera, incluidos los hijos, representa una gran fuente de infelicidad. Permita que los otros vuelen con sus propias alas.
Pregúntese si eso que le preocupa de verdad vale la pena. ¿Hará alguna diferencia la próxima semana, el próximo mes, el próximo año?

¿Desea sentirse más competente en el trabajo? ¿O más amado(a) y aceptado(a)? Active su confianza y asuma que ya tiene lo que desea y en forma sorprendente verá que cambiar lo que se hace, cambia lo que se siente.
Busque como pueda ayudar a otros, hágalo en forma desinteresada, sirva de voluntario(a) para una buena causa. Todo su ser será recompensado. Por otra parte, podrá descubrir lo afortunado(a) que es. Recuerde unas palabras maravillosas que nos enseña Dios, en la ley de dar y recibir, que dice: Quien da, recibe el bien multiplicado.

Hay momentos difíciles que parece que cada momento que pasa se ponen más tensas, pero recuerde que detrás de cada situación hay un propósito, es lo que nos enseña esta palabra.

Sabemos que si amamos a Dios y rendimos nuestra vida a sus planes, todo cuanto nos sucede ha de ser para el bien nuestro.
(Romanos 8:28) BD.

domingo, 20 de julio de 2008

LA VIOLENCIA !!!

Siempre que un individuo busca un fin sin tener en cuenta qué daño pueda hacer a los demás para lograrlo, está actuando con violencia.
Es como un cáncer que carcome a la sociedad, que transciende a la vida familiar o laboral, cuando no hay comunicación ni reconocimiento de otro, ni se consultan sus deseos o sus puntos de vista.
En algunos hogares o en el trabajo, hay actitudes o expresiones de agresión emocional tan disimuladas que ya han sido legitimadas y no son identificadas como violencia al no dejar huella física. Pero hasta la indeferencia es violencia. Como la de la madre que descuida a su bebe, sabiendo que el necesita de su protección para su desarrollo y socialización. Lo que se busca es una madre sana, no con muchos conocimientos, sino amorosa, bondadosa, porque todos requerimos del contacto con el otro, el alimento que da la comunicación y el reconocimiento de quien nos ama.

Es conducta violenta también la comunicación de doble vinculo; por ejemplo, cuando le dicen al niño:”si no quiere, no coma, usted debía comer porque si no se muere de hambre”. La frase correcta seria: “come porque necesitas crecer y desarrollarte”. Igual sucede con el padre que le pega la hijo pero le pide a éste que no aporree a su amiguito. O cuando le dice que le cuente todos sus problemas, pero si el muchachito habla, el señor se disgusta, no controla su enojo y lo regaña. “El chico queda desubicado. Es un contrasentido, porque le dicen que si pero a la vez que no”.
No escuchar, no comprender ni tolerar es violencia”. Lo mismo que en la pareja, al no construir una relación amorosa con posibilidad de placer mutuo, sino donde uno se “descarga físicamente” sobre el otro. El que ejerce violencia tiene un déficit que viene desde la infancia, y no sabe lo que se esta perdiendo porque quita posibilidades de vida, de disfrute. Si sometemos al otro por la fuerza, estará con miedo, pero si logramos conquistarlo, vamos a estar juntos para apoyarnos y construir nuevas posibilidades.

Son muchas las formas de violencia, como cuando hacemos de lado a personas que señalamos su conducta, pero no estamos dispuestos a trabajar para ayudarle a solucionar su comportamiento que quizás por falta de comprensión, lo que ha hecho es marginarlo y hacerle sentir excluido de la sociedad. La burla, el sarcasmo, la ironía, la ridiculización del otro, son formas soterradas de violencia.

No dejar que la otra persona hable, ignorarla o despreciarla, todas las acciones o conductas que tiene cualquier miembro de la familia o de un grupo, con el propósito de ofender son violencia emocional. Amenazar con el abandono (chantaje).

Una joven que era considera de bajo coeficiente intelectual porque tenia poco estudio y que sufrió maltrato en su infancia, hizo esta reflexión: “Cuando me regañan, me gritan, cuando me gritan, me asusto, si me asusto no puedo pensar, no puedo aprender. Pero cuando me reprenden, me hablan, cuando me hablan, puedo entender, cuando entiendo, puedo pensar, y cuando pienso, aprendo”.

Un ejemplo que nos enseña que el buen trato permite pensar, crecer, soñar, crear, mientras que la violencia deriva en miedo que limita y otros sentimientos dañinos como la soledad, la inseguridad, el silencio, la incertidumbre, el sufrimiento, el mal genio, la tristeza, la depresión, la impotencia, la indiferencia y el desprecio.

A veces el clima de violencia es tan fuerte, que la gente asume que la vida es para resolver conflictos, cuando deberla ser para gozar, para soñar.” Es más, se cree que la violencia da poder. Cuando el verdadero poder es la capacidad de reconocer al otro como diferente pero complementario y enriquecedor; de comunicarse y relacionarse amorosamente con él y convivir en armonía con los demás.

Debemos identificar y evitar esos comportamientos dañinos de la vida cotidiana, que hace que muchas personas reaccionen con violencia. Y no se pueda disfrutar de armonía, en nuestra relaciones con los demás. Mas bien estimulemos la confianza entre los que nos rodean, comportándonos en forma cordial y amable, creyendo que el dialogo es la mejor herramienta para dirimir los conflictos que se presenten.

El que quiera amar la vida, Y ver días buenos, refrene su lengua de mal...
Apártese del mal, y haga el bien; Busque la paz, y sígala.


(1 Pedro 3:10-11)

viernes, 11 de julio de 2008

NO ME INTERESA !!!

La vida afectiva, el vínculo que establecemos con las otras personas nos convierten en individuos socializados. No se puede vivir sin amor. Venimos preparados para intercambiar impresiones y entrelazarnos con los demás. Aunque algunos se replieguen, se enrosquen y esquiven el alud amoroso que llega desde afuera, no hay vuelta de hoja, las relaciones interpersonales son el motor del proceso de humanización. La mente no es solamente un fenómeno biológico, sino social/vivencial. El contacto con la gente es tan natural como respirar y su ausencia enferma y limita severamente las capacidades de adaptación al mundo.

Pese a lo anterior, hay sujetos (más hombres que mujeres) afectivamente empobrecidos y desvinculados. Individuos que han hecho un corte radical con sus emociones y la expresión de las mismas. Planos, apagados y sin ganas de establecer lazo alguno, viven en una realidad cada vez más desolada. Si bien a veces pueden llegar a deprimirse, no hay deseo que los mueva ni pasión que los empuje más allá de su limitado territorio sentimental. Carecen de la energía y vitalidad requeridas para intercambiar amor. No les interesa.

Las relaciones de noviazgo o cualquier tipo de compromiso similar son vistas como una intromisión indiscreta o un obstáculo para la autonomía. Si la independencia se convierte en obsesión, estamos a un paso de constituir un prototipo de personas con trastornos, que se manifiesta con: alejamiento, restricción afectiva, carencia de hedonismo y algo de paranoia. Nada los sacude, ni la critica, ni la desaprobación ni la devoción. Inmutables.
Volverse un “lobo solitario” para evitar que los otros se entrometan, no tiene nada de ejemplar. El retraimiento sano (investigación de uno mismo) no elimina la posibilidad de amar, la deja en suspenso o la trasciende en algún ideal, pero no la destruye.

Los ermitaños afectivos son apáticos y malos lectores de sentimientos, porque aparentemente no los necesitan. Hay cierta autosuficiencia fastidiosa en ellos, una autoimagen inflada: “Puedo prescindir de ti”. Es posible que no se de cuenta de que los amen, ni de que están enamorados. Su clave es el recogimiento y la muerte afectiva.
Obviamente el romanticismo está totalmente aplacado y por ende el contacto físico. Hay una frialdad implícita, casi descarada, que brota desde lo más profundo, sin tapujos ni disimulos. La negligencia en el querer es como una frigidez del alma.

Este estilo configura una dimensión, es decir, un continuo. Habrá algunos que puntúen diez y otros, apenas uno. Podemos ser muy insensibles y desconectarnos del cariño que nos prodigan, o sólo hacerlo de vez en cuando. La pobreza amorosa suele estar acompañada de cierta vaguedad en el modo de pensar. Los que no son capaces de conmoverse, también pierden agudeza, humor y la chispa de la jovialidad. O sea, aburrimiento crónico y, por desgracia, contagioso.

Convivir con ellos puede resultar imposible. No solamente porque la indeferencia genera rechazo y pérdida de autoestima, sino porque la vida cotidiana requiere un mínimo de comunicación y respeto. Por definición, la insensibilidad y la falta de interés de la pareja siempre son ofensivas y dolorosas.

El primer requerimiento de cualquier relación saludable es la necesidad de ser amado. Sentir que nos hace falta un abrazo caluroso, un apretón, el gesto amable, la caricia oportuna o inoportuna, el mimo y el embeleco, es un buen comienzo. No me refiero al desespero de mercadearnos “sin ton ni son” para que nos quieran. De lo que hablo es del derecho a realizarnos en el acto de permutar complacencia, simpatía, ternura y proximidad apasionada. Me refiero al don y al placer de extasiarse en el otro hasta desfallecer y viceversa. Algo de lo cual, los encapsulados y los ermitaños afectivos ni siquiera se enteran. Hay una gracia especial en la comunicación que al perderse contamina.


Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados…. (Hebreos 12:15).

lunes, 7 de julio de 2008

LEALTAD !!!

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Para ciertos enamorados (por lo general más mujeres que hombres) mantenerse en los terrenos de la fidelidad es relativamente fácil, porque no se construye conceptualmente, sino que se siente. Cuando aman, la puerta se cierra automáticamente. Independiente de lo piensen, el afecto lo llevan de la mano a un bloqueo bioquímico-afectivo incompatible con cualquier nuevo invasor: “Si amo a alguien, nadie puede entrar”. No implica análisis racional, ética avanzada, moral trascendental ni nada por estilo, Simplemente, el organismo no soporta la redundancia afectiva.

Estas personas no requieren de las técnicas modernas del autocontrol. El don de la rectitud interpersonal surge por se, como si el amor produjera su propia disciplina. Una inmunidad al engaño nace desde dentro y nada les mueve el piso. El deseo afectivo se concentra en un solo punto con tal fuerza, que no hay cabida a las aventuras y nada los perturbará. Para ellos no hay sucursal ni desvíos: están en lo que están. Pero insisto, aquí la honestidad afectiva (aunque pueda ser racionalizada) no es producto del discernimiento, sino de la más antigua y limpia monogamia: “No me nace”.

Para otro tipo de enamorados (más hombres que mujeres), la honestidad requiere de nuevos ingredientes. Aquí la lealtad solo se logra a base de voluntad, esfuerzo y autodisciplina ascética tipo faquir. En este grupo, la persona leal no es insensible a los embates externos y a las tentaciones del diario vivir, sino que debe oponerse a ellos valientemente y por convicción.

En estos casos con el amor no basta. Pese a que se ame profunda y sinceramente a la pareja, el deseo ajeno sigue asechando peligrosamente y el impulso está vigente. Un descuido, la subestima, la subestimación del intruso o la sobre valoración de las propias fuerzas pueden ser suficientes para trastabillar. Y en las lides del amor, un tropezón casi siempre es caída.

Para las personas que aun amando se sienten tentadas por oferta afectivas, ser fiel es un acto de voluntad, decisión y tenacidad sostenida. Para ellos la fidelidad no es ausencia de deseo (lealtad afectiva), sino autocontrol y evitación a tiempo (lealtad mental). Firmeza en los principios y balance costo-beneficio: “No pondré en riesgo mi relación. No quiero y no se justifica”, “Lo que tengo vale la pena” o “No violare mis normas de conducta”. Independiente del móvil que se argumente, la clave está en no bajar la guardia. Cuando una persona atractiva nos coquetea y se acerca indiscretamente a los umbrales de nuestra vida, ojo. Si realmente quiero defender lo que he construido, debo mantenerla lejos. Cuanto más lejos, mejor. Pero si subestimo su poder y la dejo traspasar los limites una vez, ya la cosa se pone difícil. Si no quiero caer en la droga es mejor no probarla.

Para resumir, podríamos decir que para alejar esas tentaciones, la mejor fórmula es constancia permanente y amor al por mayor. Lo demás llega solo. Es verdad que nadie está exento, pero también es cierto que unos son más inmunes que otros.

La fidelidad es posible, si verdaderamente la practicamos como una forma de vida. Ser fiel no es cercenar las ganas o la atracción natural, sino poner a trabajar la corteza cerebral para mantener y defender la relación que hemos construido con amor. Es estar pendiente (alerta, vigilante) y cuidar, más allá de cualquier duda, aquello que vale la pena cultivar.

GOZA DE LA VIDA CON LA MUJER QUE AMAS…… (Eclesiastés 9:9)

viernes, 4 de julio de 2008

EL LENGUAJE DEL AMOR.

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El amor tiene un lenguaje especial que no siempre puede verbalizarse. A veces, cuando se nos enreda la lengua y el cerebro entra en inhibición, la mirada, el guiño hablan por nosotros. Lo sorprendente es que pese a su antigüedad, el callado idioma del amor puede ser mucho más elocuente que veinte tomos de literatura romántica.

Existe una forma de descodificación afectiva donde las neuronas sobran y el corazón se hace cargo. Las claves dejan de ser lingüísticas para volverse gestuales, indiscretas y hasta desfachatadas. En el amor, las emociones desconocen la razón y se mandan a si mismas. Algo se transmite cuando estamos frente a frente con “la traga”, algo nos delata y nos pone en evidencia. Se nota y “hablamos hasta por los codos”. Y no necesariamente es rubor, tartamudez crónica o incapacidad vergonzante, sino datos invisibles. Información que no se ve, pero se siente, o mejor, se huele.

Lo cierto es que la comunicación amorosa no puede contenerse en ninguna frase (aunque los poetas se aproximan bastante), porque la letra es otra. Sus enunciados son los balbuceos, los suspiros, uno que otro gruñido bien intencionado y los consabidos alaridos. No estoy diciendo que debemos volvernos sordomudos, sino que seria interesante recuperar las primeras vías de intercambio afectivo. Acariciar, abrazar y besar son otras formas de decir. Son manifestaciones del ser que ama. Cuando se pierde el valor del dialogo, los silencios son molestos y la mímica se vuelve incomprensible. Nos cuesta entender que el amor interpersonal no sólo se vale de los órganos del lenguaje para sentar precedentes. Si estamos enamorados, todos los sentidos se aúnan para conformar un nuevo dialecto, una nueva gramática.

Sin embargo, el lenguaje natural del amor no garantiza la convivencia (Aunque debería ser así). Es probable que la haga más llevadera, más agradable y emocionante, pero no es suficiente. Esto debido a que nuestros paradigmas y expectativas, así como la manera civilizadamente errónea de procesar la información altera la conexión del emisor y el dador. Cuando la mente irracional interviene, con sus miedos, inseguridades y prevenciones, la coexistencia deja de ser pacífica para convertirse en una guerra campal. Proyectamos lo que no somos capaces de resolver y las dudas nos carcomen el alma. Nos atrincheramos y sacamos a relucir lo peor que tenemos.

Una comunicación sana, apacible y cariñosa necesita de escucha activa (tratar de entender correctamente lo que me están diciendo), atención despierta (estar con los cinco sentidos) y confianza en el otro. Cuando estos tres factores están presentes, no se requiere traductores especializados, identificador de llamada y alarma contra robo. Sin embargo, alguno de ellos no se cumple, la distorsión entra y el caos hace de las suyas.

Si acopláramos la comunicación verbal a la frecuencia, a los códigos naturales del amor y siguiéramos su ritmo (el pulso de fondo), entonces no habría tantos malos entendidos porque no habría malas intenciones. Una ternura silenciosa invadirá la relación: tendríamos muy poco qué explicar y casi nada qué aclarar.

Pongamos en práctica el amor mutuo,
porque el amor es de Dios.
Todo el que ama y es bondadoso
da prueba de ser hijo de Dios y conocerlo bien.
El que no ama no conoce a Dios,
porque Dios es amor.
(1 Juan 4:7-8)